Los celos no forman parte del amor
Los celos no forman parte del amor
Los celos aparecen a través de la inseguridad y la necesidad de posesión, estos miedos lejos de acercarnos al amor nos distancian de él, contaminando nuestras relaciones, destruyendo su esencia, la libertad. Es por esto que los celos no pueden ser sinónimo de amor, más bien de que es necesario deshacer un nudo que no está funcionando.
Aparecen como una sentimiento indicativo y una particularización del miedo a la pérdida, ya que cuando se activan nos están señalando un hecho importante que requiere nuestra atención. En este caso, los celos sirven para informarnos que existe un peligro, el de perder el cariño y la atención de un ser querido en favor de otro.
y el dominio terminen. Mientras haya posesividad, no hay amor.”
Cuando aparece esta desconfianza, es común que nos sintamos abandonados, rechazados y excluidos ante la presencia de una tercera persona. Esta sensación es dolorosa y provoca un gran malestar. Significa que hay algo que atender porque no está funcionando en la relación.
¿Cómo aparecen los celos?
Los celos, en un principio sirven para indicarnos que hay algo que resolver en nuestra relación con otra persona, asuntos pendientes que hemos descuidado, y que nos están llevando a la inseguridad y la desconfianza. Pueden quedarse en solo un aviso y desaparecer cuando se ha resuelto, o pueden llegar a ser problemáticos y patológicos (celotipia).
Una creencia errónea bastante extendida es la idea de celos como sinónimo de amor. Que aparezcan no quiere decir que amemos más a una persona, simplemente se activan nuestros miedos, muchas veces relacionados con una inseguridad emocional. Conforme la persona, la relación y el amor, van madurando, esta emoción a su vez disminuye.
Celos saludables y adaptativos
Los celos se pueden atender de una forma madura y -como a todas las emociones y sentimientos- sacarles partido, de manera que contribuyan a restablecer una relación y fortalecerla, consiguiendo avanzar juntos y solventando dificultades. Estos celos no son imaginados: se desencadenan cuando existe un distanciamiento real por parte de la otra persona.
Al sentirnos desatendidos y experimentar que la persona -a la que amamos- está poniendo su foco de atención en otras personas aparecen los celos de forma natural. Se activa la alarma, que sirve para movilizarnos y darnos cuenta de nuestros miedos.
Vayamos por un momento a nuestra infancia. ¿Qué sucede normalmente cuando hay dos niños en una habitación y los adultos le prestan atención solamente a uno? o ¿Cuándo un hijo único se da cuenta de que ha dejado de serlo? Así es cómo comienza esta emoción, con la intención de garantizar nuestra supervivencia.
Son saludables los celos cuando atendemos a esta alarma, intentando enriquecernos con el aviso para madurar. Poder expresarlo con palabras y tomar conciencia de nuestros miedos -de los que solo nosotros somos responsables- puede ayudarnos a integrar los celos con inteligencia en la situación o contexto que los ha provocado.
Celos problemáticos y patológicos
Este tipo está más relacionado con nuestra falta de autoestima, sintiendo inseguridad ante cualquier situación ya sea real o imaginada. Los celos se convierten en un problema cuando se tiende a interpretar y suponer, lo que inevitablemente nos lleva a malentendidos, ya que estamos reforzando continuamente el estado en el que nos encontramos.
No buscamos resolver la situación, ni madurar al tomar conciencia de nuestros miedos. Los celos patológicos nos atrapan en el miedo, y nos hacen reaccionar de manera desproporcionada ante cualquier acción que se interprete como falta de atención.
Personas celosas que necesitan provocarlos
Muchas personas necesitan provocar celos a su pareja, como una forma de medir el amor. Estas personas tienen la fuerte creencia de que el amor va unido a este sentimiento y que “sin celos, no hay amor”. Esta idea la mantienen quienes son celosos y justifican las características de lo que sería un amor infantil.
La necesidad de atención y muestras continuas de afecto pueden llevar a esta situación, a modo de manipulación. Se intenta generar a la otra persona preocupación, para que sienta que en cualquier momento la relación puede acabar si no está pendiente continuamente de su pareja.
Quien provoca desconfianza acaba dañando el vínculo, produciendo alejamiento en la relación. No se sostiene un amor basado en la preocupación y el continuo temor a perder la pareja.