La Mujer Que Aprende a Amarse Así, Enamora
La Mujer Que Aprende a Amarse Así, Enamora
Existen múltiples afirmaciones y teorías sobre el amor propio y miles de formas de ver esta supuesta cualidad: “La de amarse a uno mismo”. Se tiende a creer que amarse a uno mismo conlleva cuidarse físicamente, comer muy sano y mandar al carajo a aquellos que te tratan mal, así sin más. Pero creo que olvidamos verdaderamente dónde erradica el amor propio. Hay una forma de comprender qué es el amor personal y que conlleva llevar a cavo el proceso de amarse a uno mismo.
Está muy claro que darse tiempo para cuidarse el físico y ponerse atractivo, es una cualidad o un trabajo que confirma que te amas, tal vez más bien que “te quieres”. Sí, que te quieres para algo en concreto.
¿Pero te has parado a pensar que en realidad tal vez tú eres la primera persona en manipularse a sí misma y a no demostrar que te amas, aunque vivas trabajando esos aspectos de tu vida, día a día?
Te cuento el porqué.
El amor propio del ego y los deseos incontrolados del apego
Los seres humanos actuamos en base a lo que nuestro ego desea, nos dicta y nos gobierna. El ego es esa parte “no esencial” de nuestra mente, que vive sometida a innumerables faltas de aferramiento propio, faltas y engaños que resultan ser más tóxicas de lo que podemos llegar a creer o pensar.
El odio, los celos, el victimismo, los enfados, el inconformismo y un sinfín de venenos viven en nosotros desde muy corta edad. Estos son venenos que no nos dejan ser puros y nos hacen ser personas que actuamos bajo dichas influencias mentales, comportándonos en la vida de formas que dañan a los demás y a nosotros mismos.
Sometidos a estas faltas nos movemos por el mundo y por la vida, deseando todo el tiempo buscar la felicidad. En este caso, una felicidad externa, que no nos contenta de forma regular. Siempre deseamos una casa mejor, un cuerpo más bonito o una pareja más perfecta. Cuando logramos conseguir todo aquello que nos proponemos siempre terminamos con mal sabor de boca y ya lo logrado nos queda pequeño. Ahí erradica el sufrimiento, la inconformidad y pasamos nuestra vida queriendo cambiar todo lo externo o todo lo que externamente creemos que nos hará feliz.
El ejemplo del gimnasio:
Podemos hacer dietas o ir al gimnasio para vernos mejor. Para sentirnos más atractivos, y sufrir en el camino que nos llevan a esos logros. Sufrimiento que no nos dará paz en su trayecto y que nos hará comportar de formas inadecuadas frente a todo lo que nos proviene del exterior. Incluso provocándonos internamente malestar y sacrificio tóxico para uno mismo.
Podrás decir: –¡Mentira, a mí hacer deporte y verme bien me hace feliz! Y puede ser cierto, pero no contemplas que tal vez lo haces para calmar tu ego o esos deseos incontrolados por verte como otras personas se ven, y muchas veces para nos ser señalado o juzgado. Y no nos engañemos, quizás, en muchas ocasiones, se hace para que el mundo externo te vea bien. Es decir, sigue siendo un deseo del ego para conseguir un resultado en ti, que busca de la felicidad externa. Es decir, vas al gimnasio para recibir felicidad externa. Por el que dirán o por como te verás al mirarte cuando veas tu reflejo en cualquier escaparate de cristal que en la calle encuentres.
Y ahí piensas: “me veo bien, me gusto. Qué bien porque me verán precioso o preciosa”. Pero, muchas veces nunca nos contentamos y llegamos a grados extremistas para seguir logrando un aspecto mejor. Nunca quedamos del todo satisfechos. Una prueba de ello, puede ser por ejemplo la anorexia o la bulimia. O esos casos extremistas de cuerpos sometidos a hormonas o químicos para lograr cuerpos poco naturales. Por no mencionar la cantidad de horas, esfuerzo y sufrimiento que se vive dentro de los gimnasios, donde se puede ver con facilidad que hay personas que sometidas a estos engaños pasan viviendo apegadas a los espejos y a las pesas de cada vez más peso para eliminar hasta el último gramo de grasa corporal. Incluso provocándose narcisismo e idolatrismo.
El fin de este deseo de querer estar “buena o bueno” no es más que un deseo del ego por recibir felicidad externa, recibir aprobación externa y sentirte como en la élite de la sociedad. Y porqué no, también mencionar aquí las redes sociales. ¿A qué te encanta verte a la ultima en los reels o los Tik Toks?
Todo reside en el ego y sus faltas toxicas. Todo reside en la búsqueda de la felicidad externa, esa que en realidad no te genera paz mental, que demuestra que nos descuidamos del verdadero amor propio. Porque son venenos que nos hacen vivir como siempre hemos vivido, y que no nos dejan observa que buenos, no son.
El auténtico amor propio
Una vez eres consciente de todas estas faltas, cuando con mucha humildad te das cuenta de lo mal que has actuado contigo mismo o con los demás, puedes empezar a tratar de eliminar y erradicar estos venenos para realmente poder alcanzar la paz mental. La verdadera felicidad interna y regular. El verdadero amor propio.
Es el verdadero amor propio porque es este el que de verdad se preocupa del bienestar personal. Quiere trabajarse para erradicar dichas toxicidades y sentirse pleno, conforme y feliz consigo mismo. Dicho amor propio quiere sentir paz mental, liberarse del ego tóxico de aferramiento propio para poder estar feliz con su propia vida. Y también para poder beneficiar a los demás. De ahí la frase aprende amarte para poder amar. Por eso existen tantas relaciones que fallan y que no funcionan. Porque todo reside en la estima propia, (el centro del mundo), y si no sabemos amarnos como vamos a amar al prójimo.
Es decir, cuando te trabajas para eliminar dichos venenos empiezas a darte cuenta de que los complejos desaparecen; el orgullo y las envidias mueren y la inconformidad desaparece, porque el ego ya no gobierna bajo los deseos incontrolados y la aceptación propia aflora de forma sana y real. Tú pasas a ser el verdadero dueño de tu mente y vida, y no dejas que el ego sea quien te lleva de la mano frente la vida.
Por supuesto que se puede seguir yendo al gimnasio para verse bonito por fuera o sentirse más sano, pero está practica no te supone estrés, ni sufrimiento, ni te preocupa estar cada vez mejor. Pues ya estás bien por dentro y no te agarras a nada externo para sentirte pleno.
Seguramente este post escandalizará a más de una persona, pero suele pasar porque cuando se tienen creencias muy arraigadas, el ego hace que creas que eres lo que crees, y si tocan lo que crees, automáticamente tocan quien eres. Así es cuando el ego se defiende con enfado, odio e inconformidad, juzgando y señalando. Incluso con insultos y desprecios, con el fin de sentir que esos enemigos que te llevan la contraria han sido vencidos; no tienen razón y así puedas seguir convencido de que tu creencia y persona puede seguir viviendo tal cual. Al final de cuentas, salir de la zona de confort asusta y confrontar nuevas ideas o pensamientos es aterrrador, cuando en verdad es muy enriquecedora. Pero bueno, nuevamente dichos comportamientos son resultado de dichos venenos. Causantes de la arrogancia y la poca humildad. El miedo hace mucho daño.
Conclusión:
Ir al gimnasio está muy bien, ya que puedes pasártelo bien, relajarte e incluso conocer gente y hacer broma con ellos. Y por supuesto que puedes amarte de verdad e ir a hacer deporte, pero no siempre todo el mundo lo practica de este modo.
El verdadero amor propio, o cuando te amas de verdad, eres consciente de ello, y sabes admitir y te empiezas a preocupar más por eliminar dichas perturbaciones mentales, que por estar super estereotipado.
El verdadero amor propio va al gimnasio, se siente bien por el deporte que ha hecho pero no se apega, ni sufre por lograr objetivos de finalidad y felicidad externa. Y no da lugar al ego que manipula y te hace ser una persona desagradecida ni inconformista desde el punto tóxico, para permitir así sentir todo lo mencionado anteriormente, sino que ya sabe que la verdadera belleza reside en tener una mente sana y trabajada. Madura.
El verdadero amor propio toma las riendas de tu vida, y sana complejos.
El verdadero amor propio educa tu mente y logra felicidad regular. Logra paz mental, esa paz mental que no deja que nada ni nadie te pueda hacer sentir mal. Y mucho menos que no dejará que tú mismo te sientas mal contigo mismo. Porque sabe muy bien que la auténtica belleza, está en cómo puedes visualizar el mundo que te rodea partiendo desde tu mismo interior. Sabe que eres auténtica poesía y solo debes aprender a leerte.
Y de ahí, una vez tienes amor propio y bienestar propio, ves todo lo externo como magnífico. Ves un mundo vacío de faltas, porque dentro de ti, ya has aprendido a erradicarlas.
A los ojos de un ángel, hasta los demonios parecen y son ángeles. Y hasta el lugar menos bonito, te puede parecer encantador, pues tú también lo eres. Todo es un reflejo de como tú te ves por dentro.
Si eres luz, verás luz. Si eres paz, verás paz, y todo lo que no sea paz, sabrás visualizarlo de modo que no te perturbara la tuya propia.
Te convertirás en una personas que verdaderamente ha aprendido amarse a sí mismo.
Ya no juzgarás ni señalarás, serás un verdadero ser puro y enriquecedor. Un ser rico.
Te conviertes en una persona que enamora tanto, como se sabe amar a sí misma.
CAPB 2019