INTROSPECCIÓN ¿PARA QUÉ SIRVE LA TERAPIA INDIVIDUAL?

01.10.2015 15:19

El mejoramiento de las personas no es una preocupación reciente, como tampoco lo es el estudio de la naturaleza humana de los móviles de la conducta, en este sentido la psicología contemporánea y sus aplicaciones en psicoterapia tienen como interés primordial aumentar el bienestar humano. El enfoque psicoterapéutico pretende que la persona que consulta alcance su funcionamiento más eficaz.

 

 

 

 

 

La terapia es el tratamiento a través de métodos psicológicos de problemas de naturaleza emocional, en donde una persona (la consultante) establece deliberadamente una "relación profesional" con otra persona (el terapeuta) que le ayudará a remover y modificar síntomas de malestar ya existentes, prevenir algunos otros, mediatizar comportamientos y promover el crecimiento.

Hay varias escuelas psicoterapéuticas: la psicoanalítica, la gestalt, la cognitivo-conductual, la sistémica, la terapia centrada en la persona, la terapia sexual, incluso las corrientes mas recientes como la terapia psicocorporal, la bioenergética, las constelaciones familiares, entre otras.

Independientemente de las diferentes escuelas o corrientes, todas ellas pretenden ser fieles a la psicología dinámica que tiene como objetivo promover el autoconocimiento de las personas, ya que la evitación de este es el meollo de la psicología, es decir, el lado contrario de la salud.

La psicología dinámica mantiene que es imperativo establecer contacto con las propias actitudes aun cuando ese conocimiento lleve consigo cierto malestar, pues en ocasiones no resulta agradable verse a sí misma tal cual es. La importancia de esta tarea consiste en la aceptación de lo que se es y de lo que no se es.

El desarrollo del autoconocimiento constituye la base de la realización personal, "es mejor saber que vivir en la ignorancia". A partir del autoconocimiento se tendrá la oportunidad de llevar a cabo el "propio diseño" con conciencia y conocimiento de causa, mas allá de prejuicios y formatos preestablecidos que alejan de la autenticidad y de la verdadera esencia del SER.

Quien activamente produce un cambio de conciencia podrá transformarse a sí misma en "alguien nuevo", tomando en cuenta que ese alguien nuevo obedecerá SIEMPRE a la propia necesidad de la persona de generarlo.

Si tomamos en cuenta que la puerta de entrada a la psicoterapia es generalmente el sufrimiento, la incomodidad con uno mismo, un ruido interior que necesita ser escuchado, se entiende entonces la necesidad del cambio.

Los conflictos existenciales de una persona reflejan la discrepancia entre los valores que profesa y los que en efecto acepta, ya sea de forma consiente o no, pero inevitablemente esta discrepancia causará dolor emocional. El dolor emocional es el punto decisivo para buscar la ayuda profesional, y debe ser atendido tomando en cuenta que la persona seguramente lo ha intentado ya de muchas formas y agotado sus propios recursos. Será importante reconocer la necesidad de intentar nuevos cambios para el alivio de los síntomas, mismos que implementará en su cotidianidad para más adelante caminar genuinamente a su forma y a su ritmo.

Una vez que el proceso se ha iniciado, se tiene que asumir que la búsqueda de sí mismo puede hacer perder seguridad, en la medida que se trabaje para soltar los viejos patrones de conducta que han generado malestar, lo cual producirá incertidumbre, se pasará de la tranquilidad a la sorpresa y de lo conocido a lo novedoso. Soltar lo conocido generará nuevas angustias; sin embargo, el progreso y el encuentro con el bienestar antes o después será inevitable.

El proceso de la psicoterapia, entre otras cosas, facilitará la expresión de los sentimientos, pues estos por lo general no se expresan de un modo directo, aparecen en forma de símbolos a través de las actitudes, mismas que habrá de comprender y traducir para poder modificar la conducta. La apreciación racional de la propia conducta y las fuentes que la motivan, ayudarán a esta modificación. Se promoverá la búsqueda de equilibrio entre el pensar y el sentir. Lograr la propia confianza es la tarea primera y básica del desarrollo de la identidad. Lograr un "YO" fuerte, ordenado, unificado y mediador es uno de los objetivos principales, así como el control de los instintos y el logro de un pensamiento realista.

La toma de conciencia de sí mismo, el "darse cuenta", ayuda a que las personas presten atención y permite que reconozcan el modo en que sus formas habituales de pensamiento matizan sus experiencias, limitan sus posibilidades y restringen sus formas de ser positivos, nutritivos y creativos. El consultante que se presta atención a sí mismo reporta en voz alta lo que le acontece, el terapeuta le ayuda a se honesto consigo mismo, a reconocer sus propias heridas para poder sanarlas y a finalizar sus asuntos inconclusos, poco a poco se ira haciendo cargo, aprenderá a responsabilizarse de todo cuanto le acontece.

La terapeuta tiene la condición de experta en la medida que ha recibido un entrenamiento que le ha enseñado a escuchar y estar incondicionalmente para el consultante. Al recoger los datos sobresalientes de su vida, se define a sí misma como alguien verdaderamente interesada en la esencia humana. Apoyará y acompañará al consultante a mirar en su interior en un marco de respeto.

En las primeras sesiones buscará junto con la consultante los motivos que la llevaron a buscar la ayuda terapéutica y se establecerán las metas y objetivos.

Guiará su atención y sugerirá caminos para entrar en mayor contacto de sí, es para el consultante un testigo IMPARCIAL de su vida emocional y le enseñará a hacer lo mismo.

Tomará la vida del consultante con toda la seriedad y se dirigirá al núcleo de su situación vital y de su experiencia interna. Su apoyo en el proceso de análisis terapéutico, permitirá que el consultante adquiera un profundo conocimiento interior, le apoyará para que se de cuenta de "sí mismo" y ensaye nuevas formas de ser, aquellas formas que le acomoden más, que le den tranquilidad, paz interior, equilibrio emocional, objetividad, crecimiento interno, amor propio, claridad mental, reconocimiento, valoración de sus sensaciones y sus sentimientos, etc.

El consultante se transformara si el análisis del terapeuta es verdaderamente penetrante, preciso y ético. El alivio del dolor emocional es posible con persistencia, constancia y compromiso. El final del proceso terapéutico será claro cuando hayan desaparecido los "síntomas emocionales" iniciales o bien los que hayan aparecido en el camino, se haya logrado la reorganización de la personalidad, acorde a los deseos y necesidades del consultante. El logro mayor es el encuentro de la verdadera IDENTIDAD.

El proceso terapéutico es uno, el proceso de la vida es otro. Los aspectos formales de la terapia son "terminables", pero el autoexamen es un proceso de toda la vida y, por tanto interminable. Una vez que hay crecimiento es imposible retroceder, se han creado ya las herramientas necesarias que permitirán enfrentar las situaciones de una mejor manera por difíciles que estas sean. La "magia" de la terapia es que ofrece la posibilidad de pasar por una misma situación respondiendo de manera diferente.