Ansiedad: ¿por qué nos resulta difícil reducirla?
Ansiedad: ¿por qué nos resulta difícil reducirla?
Las crisis de ansiedad son muy frecuentes hoy en día y muchas veces no sabemos cómo tratarlas o aliviarlas. Aparecen, se instalan pero… ¿cómo las eliminamos?
Los ataques de ansiedad han sido estudiados por muchos psicólogos, quienes han llegado a la conclusión de que no existe una edad “base” para padecerlos, así como tampoco un “máximo”. Esto quiere decir que desde que nacemos hasta que morimos, podemos ser vulnerables a sentirnos ansiosos.
Pero atención, ciertas personas son más vulnerables que otras a la hora de sufrir este problema o hay ciertas etapas de la vida que “ayudan” a echar más leña al fuego. En todo caso, se trata de una reacción del cuerpo hacia un estímulo, en la mayoría de los casos, por un deseo de que algo cambie, mejore, suceda, etc., siempre orientado al futuro.
Podría decirse que para que ocurra una crisis de ansiedad, se deben de cumplir ciertos requisitos, siempre ligados a la vulnerabilidad; tanto física como psicológica. No hace falta que profundicemos demasiado en términos muy técnicos.
Lo que es bueno que sepamos es que cuando percibimos una situación que es amenazante o nos saca de nuestra zona de confort, aparece la ansiedad. Lo mismo cuando estamos muy pendiente del futuro,estamos esperando con ansias la llegada de alguien, terminar una carrera, que nazca nuestro hijo, que sea el día de nuestra boda, etc.
“Miedo a tener miedo”
¿Cómo puede entenderse esa frase? Según los investigadores, el 23% de las personas han sufrido, sufren o sufrirán un ataque de ansiedad. Esto no quiere decir que se trate de un trastorno, siempre y cuando, no conlleve a un deterioro general del individuo o el cuadro no se mantenga por mucho tiempo.
La ansiedad es un “miedo al cuadrado”, ya que se puede repetir el mismo proceso de temor una y otra vez. Volviendo a los ejemplos anteriores, miedo a que no podamos graduarnos, temor porque esa persona que esperamos nunca aparezca, miedo por la llegada del bebé, temor porque el día de la boda llueva, etc.
El sentimiento de ansiedad es similar a estar encerrado en una jaula o en un laberinto sin salida.Sabemos que en algún momento encontraremos la forma de escapar, pero no estamos seguros de cuando. Y eso nos provoca aún más miedo y ansiedad. Entonces, se crea una especie de círculo vicioso del que no podemos salir.
El siguiente paso es el de somatizar la ansiedad + el temor: nos duele el estómago, tenemos acidez, nos sentimos mareados, nos falta el aire, sudamos a mares, la piel se pone más grasa, puede haber problemas hepáticos, las pupilas se dilatan, el corazón late más rápido… Todos estos síntomas son compartidos por los momentos en que estamos ansiosos como por los que tenemos miedo. Otra razón más para comprender por qué ambos están tan ligados entre sí.
“Estoy a punto de volverme loco”,”me falta el aire”, “no puedo pensar con claridad”, “creo que me voy a desmayar”, no son sólo frases y pensamientos de quien está atravesando un ataque de pánico, sino de un individuo ansioso y temeroso.
Una vez que hemos determinado el cuadro, resulta complicado salir de él. ¿Por qué nos cuesta tanto bajar las revoluciones y dejar de sentir ansiedad? Porque el miedo es un animal feroz que nos espera agazapados esperando a atacarnos, y cuando eso ocurre, no nos deja escapar.
Pero, ¿qué puedes hacer? Existen diversas opciones, pero lo más importante es aprender a vivir el presente, no pensar tanto en el futuro y disfrutar del ahora. De esta manera, evitarás sentirte tan ansioso.
Otra técnica muy eficaz es aprender a dominar tus emociones y tus pensamientos. En el momento en que la ansiedad y el miedo empiezan a aparecer, tienes que hacerles frente. Ponte tu armadura, toma tu escudo y defiéndete. ¿Cómo? con ideas positivas, prestando atención a lo que estás haciendo en ese momento, no permitiendo que el corazón empiece a latir más rápido, etc.
Es posible vencer la ansiedad y con ella al miedo. Sólo es cuestión de comprender por qué nos sentimos de esa manera y después analizar de qué manera podemos “dominar al monstruo” que nos asusta.