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Dejar ir es aceptar tu historia, pero no tu destino

25.06.2016 11:01

Dejar ir es aceptar tu historia,
pero no tu destino

Dejar ir es aceptar tu historia, pero no tu destino

Hay personas que aparecen en nuestra vida como por arte de magia. Son maravillosas casualidades de felicidad efímera, caduca, son amores que no duran, y que hay que saber dejarlos ir, para poder vivir en equilibrio…

Dejar ir nunca es fácil. Requiere valentía y un convencimiento pleno y seguro de que desprendernos de esa relación, de esa amistad o de esa situación, es algo vital para nuestro equilibrio y felicidad.

Saber reconocer la necesidad de cerrar un ciclo es ya de por si un acto de madurez. No obstante, del reconocimiento al acto hay un paso muy duro cargado de tristezas, y de un duelo personal que superar.

Dejar ir supone supone en la mayoría de los casos tener que “reconstruirnos”, tener que replantearnos a nosotros mismos, y en muchas ocasiones, incluso partir de cero.

Ahora bien, también hemos de tener en cuenta que mucha gente no termina de asumir  y afrontar de forma correcta el fin de un ciclo, de una etapa.

Hay quien piensa que dar por finalizada una relación es el punto final a su propia vida. Tras ese adiós y esa separación, ya no hay nada más. Dejar ir es ese acto del destino que echa el telón a su vida afectiva.

Debemos tener cuidado con este tipo de pensamientos y actitudes derrotistas. Después de un punto final viene un espacio, y con él, nuevos senderos y oportunidades para ser feliz tal y como nosotros deseamos.

Hoy queremos invitarte a reflexionar sobre ello.

Claves para dejar ir con madurez y sabiduría

 

 

Al inicio del artículo te hemos hablado de valentía y de convencimiento. Ahora bien, el acto de dejar ir supone integrar muchas más dimensiones, muchas más estrategias personales que vale la pena conocer.

dejar ir es parte de tu historia, no de tu destino (2)

1. Las personas no son tu destino, tú eres tu propio artífice



Es posible que durante un tiempo hayamos creído que cierta persona apareció en nuestra vida porque así lo quiso la casualidad, porque así lo tejió el destino con sus hilos invisibles y sutiles.

En el amor, debes mantener los pies en el suelo, el corazón atento y las alas de tu crecimiento personal, bien abiertas. Las relaciones afectivas no se nutren de la magia sino del bienestar cotidiano, del compromiso y de la ilusión.

El destino se construye en el “aquí y ahora”, y si en este momento no te sientes feliz o ilusionado, evita ser cautivo eterno del sufrimiento. Tu destino, y tu voz interior te están marcando otro camino que tomar: el de tu bienestar.

2. Dejar ir supone evidenciar las propias necesidades









No tengas miedo de decir en voz alta que también tú tienes NECESIDADES. Nadie es egoísta por demandar respeto, por necesitar ser escuchado, amado o atendido.

En ocasiones, cuando las cosas no van bien, en lugar de ser conscientes de nuestro malestar emocional, seguimos aferrándonos a ciertos aspectos:

– Al miedo: miedo a qué pasará si hago o digo esto. Miedo al quedarme solo, miedo al equivocarme, miedo a los cambios…

– A menudo, pensamos que es mejor “esperar un poco más“, porque es posible que las cosas cambien, que la relación mejore, que de pronto se den cuenta de que yo me siento mal… Sin embargo, pasa el tiempo y nada de eso sucede. Nada cambia.

No temas reconocer tus propios vacíos, ni tengas miedo a decir en voz alta qué necesitas para ser feliz. No hay nada de orgullo o egoísmo en ello, sino una sinceridad valiente y madurez emocional







Las necesidades son parte de nuestra autoestima, parte de nuestro crecimiento personal y de nuestro bienestar.

Si no te percibes a ti mismo como una persona plena y feliz, no destruyas aún más tu integridad y reacciona. Cierra esa etapa… Deja ir.

dejar ir es parte de tu historia, no de tu destino (3)

3. Las personas no marcan tus puntos finales, nadie tiene derecho a cerrar tus puertas




Suele decirse que siempre guardaremos en nuestro corazón el recuerdo de aquella amistad perfecta que acabó perdiéndose o ese amor que tanto daño nos hizo, y que desde entonces, tanto nos cambió por dentro.

Es posible. Ahora bien, ninguno de esos hechos del pasado deben marcar puntos finales en nuestro día a día.

Porque alguien te fallara en el pasado no vas a negarte a mantener nuevas amistades. Y porque alguien te hiciera daño, tampoco te vas a permitir convertir en hielo tu corazón y echarlo al profundo pozo de tus desesperanzas.

Céntrate en tu aquí y ahora. Nadie tiene el timón de tu destino, ni aún menos el derecho a marcar un punto final en el libro de tu vida. Dejar ir es marcar un espacio para permitir que lleguen cosas nuevas. Cosas mejores.

Nunca te des por vencido/a cuando te veas obligado/a a dar por terminada una etapa. La clave está en aceptar que hay cosas que no pueden ser… y actuar.

Atiende siempre al interior de tu corazón, puesto que es ahí donde habita la verdad de tus sentimientos. Ellos son a los que debes atender con madurez, con equilibrio, sabiduría… Y mucha valentía.

Formas de duelo: el arte de saber decir adiós

25.06.2016 10:55

Formas de duelo: el arte de saber decir adiós

Formas de duelo: el arte de saber decir adiós

Nadie nos ha enseñado nunca cuáles son las leyes del sufrimiento y cómo afrontarlas. Habitualmente, el dolor por la pérdida llega de improviso para desestabilizarnos, para rompernos un poco por dentro. Poco a poco vamos recogiendo cada pieza para reconstruirnos de nuevo, sin saber que ese proceso es, posiblemente, el mayor aprendizaje que hayamos obtenido nunca.

Nadie es inmune a la pérdida, el duelo es algo que todos vamos a sufrir alguna vez: perder a un familiar, romper una relación afectiva o el simple hecho de madurar, supone atravesar diferentes niveles de duelo.







Lo complicado de todas y cada una de estas formas de duelo, es que ninguno de nosotros se lleva demasiado bien con el sufrimiento, no sabemos gestionarlo, nos desborda y en ocasiones, hasta nos destroza. Porque…¿Cómo hacerlo? ¿Existe quizá una fórmula mágica que nos haga inmunes a la separación, al vacío, al hueco insondable de esa mano que ya no nos sujeta?

En absoluto. Según nos explican los expertos cada persona deberá encontrar su propia forma de encarar el duelo. Ahí donde encontrar alivio, entereza y la capacidad para levantarse de nuevo.

La importancia de saberse vulnerable

 

 

La madurez emocional es aquella que sabe avanzar por sus propias pérdidas, que ha aprendido del desapego y que a su vez, concibe las dificultades como experiencias de aprendizaje.

Es difícil, lo sabemos. Uno puede leer muchas cosas sobre el duelo, puede atender incluso lo que un terapeuta le indica, lo que sus amigos o familiares le comentan para trasmitirle apoyo. No obstante, cualquier pérdida, sea cual sea el nivel, es un acto que uno mismo debe afronta en soledad y con mecanismos propios.

Nadie va a llorar por nosotros, nadie va a reorganizar sus pensamientos y aliviar nuestro dolor para quitarnos peso. Es una tarea propia que requiere tiempo y que demanda ante todo, comprender que no somos tan fuertes como pensábamos. Que en realidad, somos tan vulnerables como una pluma llevada por el viento.

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¿Es esto malo? ¿Es la vulnerabilidad algo negativo? En absoluto, en la propia vulnerabilidad está nuestra verdadera fuerza. Párate un momento a pensar en ello: si te resistes, si te niegas a reconocer que te sientes herido, que tu vida se acaba de romper y que sientes dolor, alzarás ante ti el muro de la negación. ¿Cómo afrontar algo que no reconoces que existe? ¿Por qué negarse a llorar la pérdida? ¿A aceptar que te sientes vulnerable?

 Reconocer que somos vulnerables nos capacita para ser flexibles y poder adaptarnos, porque el duelo, al fin y al cabo no es más que una respuesta adaptativa a la que se llega mediante el sufrimiento, mediante el dolor.

 

 

 

 

 

El duelo como arte de saber “soltar”

Puede que hablar del duelo como una forma de “arte” te cause cierta inquietud. Quizá sea porque las personas preferimos enfocar nuestra vida solo hacia cosas agradables, reconfortantes y positivas. Y eso es bueno, sin duda, pero el placer de la vida lleva implícito a su vez una cuota de sufrimiento ante la que casi nadie es inmune.

No obstante, hemos de aclarar un importante aspecto. A la hora de hablar de duelo siempre pensamos en las pérdidas físicas. En la muerte. Sin embargo, también están los duelos afectivos o emocionales por ese amor al que hemos de renunciar o que nos abandona, e incluso por qué no, al simple acto de madurar como persona, de asumir nuevos valores, de abandonar determinados esquemas de pensamiento para desarrollar otros…

 

Un proceso de crecimiento interior donde también superamos duelos personales y de identidad en ocasiones, bastante profundos. Algo sin duda, enriquecedor a la vez que necesario. A pesar de ello, son procesos que siempre implican ciertos miedos, porque todo cambio supone una pérdida implícita,e incluso sensación de soledad o vacío.

Prohibido rendirse resiliencia

Hemos de tomar conciencia de que la vida, no es un sereno paseo donde la felicidad está siempre garantizada. La vida en ocasiones duele, y debemos aceptar la frustración, la pérdida y cada uno de los duelos. Porque todos ellos, son caminos hacia una necesitada sabiduría.

 

Tómate el tiempo que necesites para volver a empezar

25.06.2016 10:49

Tómate el tiempo que necesites para volver a empezar

Tómate el tiempo que necesites para volver a empezar

Creer que tenemos el futuro en nuestras manos es un arma de doble filo: por un lado, nos da seguridad y vitalidad; por otro, puede traernos un enorme vacío. Volver a empezar implica cerrar círculos y dejarlos ir porque algo ha salido mal y puede, incluso, que duela.

Volver a empezar es tomar conciencia de que algo tiene que cambiar en nuestra vida y de que es necesario sanar heridas para mirar de nuevo al futuro.

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.”
-Julio Cortázar-







Es probable que tú, como todos alguna vez, tengas la necesidad de parar en seco tu vida para darte otra oportunidad de ser feliz. Te verás dando vueltas sin rumbo por el mismo recuerdo de acontecimientos y cosas y no sabrás como salir de ahí, pero serás consciente de que tienes que hacerlo. Es así, el principio es saber que va a llevarte tu tiempo y este depende de muchos factores.

No se puede volver a empezar sin estar preparado

Mujer con pájaros alrededor de la cabeza

El tiempo es fundamental, como hemos dicho, en las situaciones en las que nos encontramos perdidos, dado que solo así podemos reconstruir nuestros principios. Desde el primer momento en el que nos damos cuenta de que hay que volver a empezar notamos que algo ha cambiado dentro de nosotros y que no somos los mismos: es necesario reconocernos de nuevo.

Saber quiénes somos después de los bloqueos emocionales que sufrimos es una obligación para construir relaciones con nuevas personas, desarrollarnos como lo que somos en cualquier ámbito de la vida o simplemente para ser felices con lo que hacemos.

Justamente, no darnos el tiempo oportuno para ello es uno de los errores que más comúnmente cometemos: nos disponemos a volver a empezar cuando quizá el daño no esté reparado.

No tomarte el tiempo necesario puede ser un retroceso




Estar preparado, como hemos dicho, es una obligación que lleva su tiempo. Este tiempo es muy personal y relativo: no existe una regla para ello, pues la única regla que puede haber depende del grado de pérdida interior, sufrimiento, voluntad y fuerza, entre otras cosas. Como personas somos diferentes y nuestra capacidad para afrontar distintas situaciones difiere de la del resto.

 

“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.”
-Gabriel García Márquez-

 

 

 

 

 

Lo que sí es seguro es que, como todo proceso, este de volver a empezar tiene sus pautas y, de no cumplirlas, puede conducirnos a un retroceso: a veces, pensamos que estamos ya preparados para enfrentarnos a otro comienzo cuando la realidad llega y nos baña por completo. Esta es su forma de decirnos que nos equivocabamos y que todavía queda mucho por avanzar.

Un esfuerzo enorme que al final tiene recompensa

Mujer con fuego en el corazón

Este proceso del que hablábamos, tiene sus idas y venidas y supone uno de los mayores esfuerzos que podemos hacer en nuestra vida: no mirar atrás salvo para seguir adelante es duro, aceptar algo que no entendemos es difícil, aprender a ser sin algo con lo que contábamos es desolador, ver cómo alguien se va antes de tiempo de nuestra vida puede superarnos…

Sin embargo, volver a empezar nos enseña otras muchas cosas que en un principio no se ven y que nos hacen crecer. El esfuerzo que llegamos hacer cuando nos toca vivir algo así acaba por transformarse en una recompensa positiva que puede llenarnos mucho, en forma de experiencia y bienestar.

“Es sólo a través del trabajo y del esfuerzo doloroso, por la energía sombría y el valor resuelto, que pasamos a cosas mejores.”
-Theodore Roosevelt-







Finalmente, tras mucho sacrificio, nos sentiremos libres y plenos emocionalmente: sabremos lo que hemos vivido y nos quedaremos con aquello que de verdad nos es útil, habremos aprendido a vivir con lo que tenemos en el presente y podremos marcar nuestra vida en función de los nuevos principios ya reconstruidos. Volver a empezar será ya el nuevo comienzo que ha surgido del final de otra etapa más que tenía que estar ahí, pero ya no.

Cuántas veces habré llorado sin saber que la vida me hacía un favor

25.06.2016 10:40

Cuántas veces habré llorado sin saber que la vida me hacía un favor

Cuántas veces habré llorado sin saber que la vida me hacía un favor

Cuántas veces habré llorado a escondidas sin saber que la vida me estaba haciendo un favor, sin entender que lo ocurrido no era el fin del mundo, sino el principio de algo mejor. Porque existir es reiniciarse una y otra vez, es cerrar una ventana para abrir una puerta mientras nos secamos laslágrimas por quien nunca las mereció.

Albert Einstein solía decir que si había algo de lo que estaba agradecido, era a todas aquellas personas que a lo largo de su vida le habían dicho “no”. Cada una de las desilusiones sufridas por quienes se negaron a ayudarle en su momento, le permitieron más tarde encontrar ese motivante con el cual, aprender a hacer las cosas por sí solo. A ser más fuerte.

Nadie sabe cuánto he llorado, ni todo lo que esas lágrimas me han enseñado. A día de hoy soy el resultado de cada uno de esos llantos silenciosos que he dejado escapar, y no por debilidad, sino por cansancio de ser fuerte…







Hay veces en que sencillamente, no podemos más. El estrés emocional ocasionado por tantas decepciones. fracasos y por cada “no” encontrado en el camino, nos obliga a detenernos. Es entonces cuando aparece la indefensión y la clara sensación de que hemos perdido el control sobre nuestras vidas.

Judith Orloff, psiquiatra y autora del libro “Libertad emocional, cómo dejar de ser víctimas de las emociones negativas”, nos dice que el primer paso para propiciar el equilibrio interior es el llanto. Después de las lágrimas llega la calma, y seguidamente, la claridad. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

sol llorando

Lo llorado por lo aprendido: el sufrimiento útil




Es muy posible que si ahora mismo pudieras viajar a tu propio pasado, sintieras compasión de tu persona al verte llorar por razones que nunca valieron la pena. Todas esas lágrimas vertidas por quien nunca mereció nuestro afecto o por cada instante de angustia por un proyecto o sueño que nunca valió realmente la pena, son ahora recuerdos imborrables. Sueños rotos pero útiles a la vez, inscritos en esas nubes pasajeras de nuestros ciclos vitales.

Ahora bien, cabe señalar que nadie llega a este mundo “enseñado” de fábrica. Las lágrimas son como ritos de paso que hemos de experimentar a la fuerza para seguir creciendo, para saber “quién sí y quién no”, para ponernos a prueba y medir nuestras fortalezas.

En psicología se habla a menudo de lo que se conoce como “sufrimiento inútil”. Es un término que nos llama especialmente la atención y, lo creamos o no, aparece más de lo que pensamos. Hace referencia a esos momentos en los que, cuanto más somos conscientes de nuestro dolor, más nos perpetuamos en él.

Ejemplos de ello serían esas relaciones de pareja tormentosas, donde lejos de poner fin para dejar de esperar lo imposible y liberarnos del dolor, caemos aún más hondo en sus arenas movedizas. Mientrasel sufrimiento útil tiene un fin y nos permite soltar lastres para limpiarnos por dentro y aprender, el inútil, jamás dará paso al duelo, al cambio. Al crecimiento interior.

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Tras el dolor llega la oportunidad





Es muy posible que hayas oído en numerosas ocasiones esa expresión de que “solo quien ha sufrido puede entender qué es la vida de verdad”. Cabe decir que esto no es del todo el cierto. La felicidadtambién enseña, también nos ofrece adecuados recursos. Ahora bien, la adversidad es a su vez ese cruce en el camino por el que la mayoría habremos de pasar alguna vez. 

 
Yo también he llorado por cebollas que no valían la pena, por sueños que se llevó el viento y por dulces deseos que se tornaron amargos…







Cuando la crucemos, cuando experimentemos el dolor en alguna de sus formas, ya no seremos los mismos. Por ello, es necesario propiciar “un sufrimiento útil” del que hablábamos con anterioridad, ese que nos permita aprender a ser más hábiles, mejores estrategas con mentes resilientes y personas capaces de ver nuevas oportunidades. Porque aunque pensemos que la vida nos ha dado un “no” rotundo, a veces, no es más que un “espera un poco más”…

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Judith Orloff, en el libro de  citado al inicio del artículo “Libertad emocional, cómo dejar de ser víctimas de las emociones negativas”, nos enseña que para poder ver las oportunidades en tiempos de oscuridad es necesario generar una adecuada calma interior.

  •   El desahogo emocional es un mecanismo adecuado y liberador para sosegar la mente y ver las cosas de otro modo.
  •   Una vez hemos llorado por esa decepción, por esa ruptura o ese fracaso, es necesario generar el cambio. Ahora bien, un error en el que caemos a menudo es en esperar a que ocurra algo a nuestro alrededor para encontrar entonces un motivante, un propósito que nos permita seguir avanzando para dejar atrás lo sucedido.
  •   No es este el enfoque. Lo más acertado es “ser nosotros mismos el propio cambio”. Lejos de esperarlo desde el exterior, hay que inducirlo desde el interior. Porque justo cuando uno deja de esperar y reacciona, la propia vida cambia.

Al fin y al cabo, son en estos momentos de dificultad personal cuando descubrimos cuántas fortalezas se hallan en nuestro interior y todo lo que somos capaces de hacer. Porque aunque no lo creas, somos como los robles, que cuanto más les embiste el viento, más fuertes crecen.

Quien hoy no te valora, mañana te extraña

25.06.2016 10:02

Quien hoy no te valora, mañana te extraña

Quien hoy no te valora, mañana te extraña

A veces, las personas huyen sin más explicación, dejándonos desolados por una ausencia cruel e inesperada que le da un vuelco a nuestra vida.

Cuando esto ocurre, no nos podemos imaginar nada peor, más rastrero y más egoísta que la ofensa que acaban de realizarnos.  Entonces, después de contener nuestro enfado y nuestra rabia, empezamos a pensar que no nos lo merecemos y que es injusto.

Al mismo tiempo una nube cargada de tristeza y de reproche se cierne sobre nosotros, generando una oscuridad con la que intuimos que tendremos que convivir una buena temporada.
En esa oscuridad conoceremos la decepción, el desencanto, el engaño y la incredulidad.  Sin embargo, cuando caemos en ese abismo, significa que está cerca la libertad pues si alguien nos ha dejado de esa manera, no merece nuestra compañía.

Vale más un desengaño que vivir en una mentira

 

 

Cuando alguien se marcha sin más hay algo dentro de uno mismo que se rompe. Es probable que no acertemos a saber qué es lo que se ha quebrado pero, sin embargo, nos duela muchísimo.

No obstante, los desengaños son menos dolorosos si conseguimos salvaguardar nuestra integridad.Por esta razón, aunque sustituir el amor a los demás por el amor propio es un proceso duro, la verdad es que estaremos cambiando a un insufrible tirano por un buen amigo.

Asimismo, cuando una persona nos abandona injustamente, cuando nos dejan sin explicación ni mediación, podemos estar seguros de que el día de mañana le penará habernos perdido.

Como dicen, el que nada no se ahoga, y si alguien se ha ahogado es porque no quiso nadar, porque no estaba a nuestra altura o porque su grado de madurez emocional le impedía ver que hay millones de maneras mejores de decir adiós o de arreglar las cosas. En definitiva, huir vilmente no es la solución valiente, sino la cobarde, la amarga, la desagradecida.

 

¿Qué hacer cuando alguien desaparece de nuestra vida?

Cuando alguien desaparece de tu vida, puede que no vayas a volver a ver a esa persona nunca más, o si podrás decirle todas las cosas que te quedan, que te gustaría decirle. Coges papel y lápiz y escribes una carta. Que puede ser eterna o puede ser una palabra. Se la escribes a esa persona que se fue, pero no, no la mandas, la doblas y la acercas a una llama y la quemas. Se la lleva el viento y así el dolor no se te queda tan dentro.
Federico Moccia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando alguien nos deja de esta manera, iniciamos una pelea interna en la que nos debatimos entre “esperar a que vuelva con el rabo entre las piernas” o “reiniciar nuestra vida y reaprender a convivir con nosotros mismos”Esto último entraña un sinfín de dificultades que tenemos que superar, ya que no sabemos hacerlo.

Es probable que, en estos casos, se nos queden muchísimas cosas por decir. El dolor, los reproches y todas nuestras emociones no pueden quedarse dentro de nosotros mismos, debemos de sacarlas de alguna manera, aunque sea imaginándonos que tenemos a esa persona de frente, aunque sea rasgando papeles o golpeando cojines.

Una de las mejores opciones es escribir una carta a quien te lastimó en la que le explicas cómo te ha hecho sentir antes y después de su partida. Tras hacer esto, lo mejor es deshacernos de ella, pues hacerlo será la mejor manera de liberación.

 

¿Cuál es el último paso para liberar el dolor?

Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad
Catherine Ponder

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de escribir nuestra carta y de liberar nuestros sentimientos y emociones, le llega el turno a perdonar. Darle alas a nuestro sufrimiento será la única forma de no hacer de nuestro cuerpo la tumba de nuestra alma.

Porque detrás de nuestro coraje, nuestra rabia y nuestra ira ante la huída de alguien sin escrúpulos, se esconde una gran tristeza, una infinita humillación y la más dolorosa decepción. Por eso, liberarnos de estos sentimientos supondrá para nosotros dejar de caminar por el borde de un volcán en activo.

Pase lo que pase, de lo que no nos tenemos que olvidar nunca es de que toda experiencia dolorosa encierra dentro un gran semilla de crecimiento y de liberación.

 

 

 

 

 

 

Cuanto más gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita

13.06.2016 16:59

Cuanto más gruesa es la armadura,
más frágil es el ser que la habita

Cuanto más gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita

Ser una persona frágil supone tener una sensibilidad especial, que vamos protegiendo mediante una coraza, añadiendo capas ante cada decepción y sentimiento frustrado. Hasta la persona más sensible puede volverse fría cuando se siente amenazada por una situación por la que no está dispuesta a pasar.

Hay situaciones que a todos nosotros nos resultan difíciles de afrontar, asumir y encajar como las de abandono, rechazo, desprecio, culpa, etc. En las situaciones donde nos sintamos especialmente vulnerables haremos un repliegue con el fin de protegernos. Esto es algo fundamental para preservar nuestra integridad.

El carácter y temperamento de cada persona influirá en su comportamiento ante este tipo de situaciones que pueden provocar un gran dolor emocional. Por eso hay quienes se exponen a situaciones dolorosas sin protegerse, y con cierta tendencia al masoquismo, hasta quedar fuertemente magullados y heridos.

Otro tipo de personas en cambio se mantienen precavidas: cuando anticipan una situación similar a la de alguna experiencia anterior, son capaces de poner barreras y volverse impermeables, indiferentes a cualquier emoción o sentimiento.

“Sin duda, tu coraza te protege de la persona que quiere destruirte. Pero si no la dejas caer, te aislará también de la única que puede amarte.”
-Richard Bach-

Ser frágil no significa ser débil









Ambos tipos de personas descritas anteriormente estarían en polos diferentes, aunque siendo dependientes de su misma fragilidad. Ni tirarse al vacío es una opción sana, al igual que tampoco lo es atrincherarse para insensibilizarse.

La fragilidad es comúnmente relacionada y confundida con la debilidad: ser frágil me indica la intensidad de mis emociones, mi sensibilidad para experimentar mis sentimientos y la dificultad que tengo para mostrarme tal y como soy por miedo a que me hieran.

Siendo frágil puedo ser fuerte ante las circunstancias, avanzando y conquistando mis temores. Sin embargo, no permito mostrarme sensible, aunque internamente esté sufriendo, pasándolo mal y sintiéndome solo. Quiero aparentar fortaleza colocándome mi armadura, haciéndome creer que no me afecta, cuando la realidad es que me afecta tanto que siento no poder soportarlo.

Somos capaces de comprobar nuestra fortaleza cuando seguimos confiando a pesar de las traiciones, cuando avanzamos a pesar de nuestros miedos y nuestra tristeza, cuando mostramos nuestra vulnerabilidad y sensibilidad a quien lo merece.

Mostrándome tal y como soy

Cuando reprimimos las emociones, cuando levantamos muros ante todo lo que sentimos, permitimos que solo nos puedan ver de forma superficial, e incluso tratamos a las demás personas de igual manera, teniendo así relaciones superfluas sin especial compromiso.

¿Podemos así conocernos tal y como somos? ¿Damos la oportunidad de que nos puedan conocer de verdad? Añadir capas a nuestra armadura tiene estas consecuencias, nos perdemos quienes somos.Vivimos atrapados por el miedo, con el fin de mantenernos cerrados al dolor.

“Si quiero conocerme a mí mismo, todo mi ser, la totalidad de lo que soy y no solamente una o dos capas, entonces es obvio que no debo condenar, debo estar abierto a cada pensamiento, a cada sentimiento, a todos los estados de ánimo, a todas las inhibiciones.”
-Krishnamurti-









Cuando somos especialmente sensibles, desarrollamos nuestra capacidad para evitar estar en nosotros, nos enfrentamos al mundo desarrollando con diversos perfiles, que son diferentes dependiendo de nuestro carácter: los tímidos y vergonzosos, retraídos, bordes, complacientes, cuidadores, los que siempre están para los demás, etc.

De alguna manera, todas estas son nuestras máscaras con las que nos protegemos, adoptando un rol determinado. Y así eludimos, siempre que podemos, hablar de nosotros mismos y entrar en quienes realmente somos.

Aprendiendo a conocerme dando paso a mis emociones

Es seguro que volveré a sentir la traición, me volverán hacer daño y las cicatrices de mis heridas se abrirán de nuevo. Es algo que no puedo evitar, porque forma parte de la vida misma, de mi paso por ella. Si realmente quiero vivirla, aprender a conocerme y a conectar con los demás, he de exponerme a que todo esto pueda suceder aunque me sienta frágil.
Mi insensibilidad, frialdad, mi armadura; la coraza y los muros que levante no son la solución.Esconderme fusionándome con los demás es mi autoengaño, el rol que ejerzo para sentirme seguro. Todo es una falsedad, una triquiñuela que me impide reconocerme.

Mujer con máscara

 

Anestesiamos nuestra sensibilidad impidiendo que se exprese, porque cuando, en el pasado, hemos tenido la sensación de haber encontrado a la persona con quien poder compartirla, hemos sido traicionados. Al abrirnos, hemos perdido nuestro propio rumbo y amor, para poder ir aceptándonos, construyendo de nuevo un amor aún más real.

Este proceso es el de mayor vulnerabilidad, ya que estamos reconstruyendo nuestra identidad dando un paso al frente, aprendiendo a explorar e ir reconociendo la sensibilidad que hemos ocultado con cerrojos. A la vez que estamos más expuestos hay mayor probabilidad de que nos hieran, porque estos cambios suponen a su vez una trasformación en la relación con otra persona y en los roles establecidos.

Los desengaños por los que pasamos tanto de nosotros mimos como con las demás personas, nos ayudan a ver con más claridad con qué tipo de personas queremos estar. Vamos seleccionando a través de cuestiones más profundas como los valores, la honestidad y la autenticidad.

Al fin y al cabo todo este trayecto tiene sus aprendizajes a cada paso que vamos dando. Dejando así que se manifiesten nuestras emociones, por dolorosas que resulten, facilitamos el encuentro con nosotros mismos, y la conexión profunda con el resto del mundo.

 

 

 

 

 

 

 

Quien siembra verdad no siempre cosecha confianza

13.06.2016 16:53

Quien siembra verdad
no siempre cosecha confianza

Quien acostumbra a sembrar verdad, por asombroso que parezca, no siempre recibe confianza. Cuando hablamos de sinceridad estamos sin duda ante un arma de doble filo ante la que muchos se sienten incómodos e incluso amenazados, porque en ocasiones, resulta más cómodo vivir en la mentira. La verdad, es al fin y al cabo ese espejo, donde no todos desean verse reflejados.

El tema no deja de ser curioso, porque mientras casi todos nosotros reaccionamos ante la mentira al verla como un tipo de agresión o una forma directa de eludir la realidad, hay quien prefiere un trato más aséptico dominado por las medias verdades antes que por la honestidad “sanadora”.

Siempre elegiré saber la verdad más cruel a vivir en la más dulce de las mentiras, pero también sé que no todos están preparados para ello. Porque la sinceridad y la honestidad duelen, y en ocasiones, decirla en voz alta aleja a la mayoría…







Algo que valdría la pena practicar en el día a día, más que una verdad “descarnada”, es aprender a no decir nunca lo contrario de lo que pensamos. Solo así cuidaremos de nuestro bienestar emocional y seremos congruentes con nuestros valores y necesidades. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

mujer sujetando un tarro con luciérnagas que representa la verdad

El efecto de la verdad y la honestidad

En nuestra cotidianidad, la mayoría de nosotros hacemos uso de las “mentiras piadosas”. Le comentamos a una amiga que tiene buen aspecto aunque le veamos unas ligeras ojeras, tranquilizamos a nuestros padres diciéndoles que estamos bien, aunque ese día tengamos un resfriado. Con ello, mantenemos un equilibrio funcional porque son situaciones que calificamos de“baja trascendencia”.

Ahora bien, cuando las circunstancias son diferentes y estas, generan además diversos problemas de mayor o menor magnitud, hacemos uso de la honestidad. No obstante, hay quien ni siquiera concibe las “mentiras piadosas” porque para ellos, pequeñas mentiras generan al final grandes falsedades, y la falsedad, es algo que sus personalidades no conciben.

Es aquí donde suelen aparecer sin duda muchos problemas de convivencia, porque quien siembra la verdad en el día a día, es visto por otros como ese “oráculo de Delfos” que todo lo revela, que todo lo descarna y que a nadie respeta. La honestidad es el apego a nuestra rectitud y dignidad y porque una verdad a medias siempre seguirá siendo una mentira entera por mucho que se camufle.

Mujer liberando una paloma de sus manos

La verdad no nos hará libres pero nos ayudará a vivir mejor

Imaginemos ahora esas reuniones de familia donde en ocasiones, solemos guardar silencio ante algún comentario poco adecuado u ofensivo que ciertos parientes suelen lanzarse entre sí. Lejos de soportarlo más, decidimos alzar la voz y decir la verdad sobre lo que nos parece dicho comportamiento. Es muy probable que no asuman bien dicha reacción, e incluso que nos dediquen un reproche, pero a nosotros dicho desahogo, nos permitirá sin duda sentirnos mucho mejor.

Quien se molesta y se enoja cuando les revelas la verdad, son aquellos que prefieren vivir en la mentira.






A pesar de que a menudo suela decirse aquello que la verdad no es más que la percepción personal de cada uno, hay aspectos que lejos de ser neutros o inocuos reclaman una reacción. Nos demandan asertividad y que levantemos nuestra voz para ser honestos, directos y ante todo, congruentes con nuestras creencias. No obstante. también hemos de tener claro que hay un límite, y el límite está en no practicar el “sincericidio”.

 

Te lo explicamos a continuación.

Cara con mariposas, proceso de renovación de la muerte

La verdad  y sus propósitos esenciales

La verdad siempre debería tener como propósito mejorar nuestra convivencia y favorecer el respeto mutuo. Ello implica un aspecto esencial a tener en cuenta: que la verdad no debe usarse nunca como forma de agresión o humillación.

  •   Dentro del budismo la verdad se concibe como una forma de “iluminación”. Su marco teórico es realmente útil en este contexto, porque lo que se busca es ante todo cultivar la sinceridad en el día a día como forma de sabiduría compartida. A su vez, se transmite la concepción de que todos nosotros debemos estar preparados para los cambios, para todo aquello que nos traiga la vida ya sea bueno o malo. Asumir las verdades es parte de la aceptación personal.
  •   La verdad debe poderse digerir y aceptar para más tarde, generar un cambio y un conocimiento. Si nos limitamos a maquillarla no generamos nada, si la encubrimos lo único que hacemos es alimentar aún más la mentira. Así pues, es necesario ofrecer la verdad a los demás en su lado menos agresivo o cruel y sin llegar al “sincericidio”. Por ello, las formas son importantes. (No es lo mismo “he dejado de quererte” que “no sé cómo llegué a enamorarme de ti”)

mariposas alrededor de perilla de luz

Para concluir, vale la pena hacer un uso saludable de esa verdad que duele pero que siempre acaba sanando, porque aquellos que se limitan a inventar mentiras, primero consuelan y luego matanNo es lo adecuado.

 

Los ojos nunca necesitarán subtítulos

13.06.2016 16:47

Los ojos nunca necesitarán subtítulos

Los ojos nunca necesitarán subtítulos

Los ojos de un niño que ríe son el reflejo de la felicidad más sincera y revoltosa. La mirada encendida de alguien que atiende a la persona amada es poco más que un libro abierto. Los seres humanos hablamos con los ojos, y este, es un lenguaje que no necesita de palabras ni subtítulos: solo el poder de unas emociones que nacen desde el interior.

Los ojos son también los indicadores más poderosos sobre nuestro estado de ánimo, y no solo eso, según varios estudios, en nuestra mirada pueden intuirse además muchas de nuestras intenciones, ya sean buenas o malas. Son el mejor canal para sintonizar con nuestros semejantes, para demostrar afecto, repulsión, miedo o incomodidad.

Los ojos son los mensajeros del alma, porque mientras las palabras pueden estar cargadas de falsedad, nuestras miradas son las ventanas del corazón y el lenguaje las emociones: no necesitan subtítulos.







Un aspecto que siempre suele surgir, relacionándolo inevitablemente con la psicología, es la mirada, es si alguien puede  llegar a engañar con sus ojos. La respuesta es que sí, no obstante, suelen ser personas con un gran dominio y control del lenguaje no verbal. Te invitamos a conocer más datos al respecto de este interesante tema.

ojos con haz de luz

Los ojos y el misterio de las pupilas

Eckhard Hess fue un psicólogo y oftalmólogo al que su mujer le indicó algo que le llamó la atención mientras le observaba leyendo en la cama. Ensimismado en su interesante lectura, la señora Hess se dio cuenta que las pupilas de los ojos de su marido se dilataban en ciertos momentos para volver a contraerse al segundo.

El doctor Eckhard Hess, intrigado por lo que su perspicaz mujer había observado, no dudó en hacer un pequeño experimento al día siguiente con sus alumnos “masculinos” de la Universidad de Chicago en aquellos años de 1943. La prueba era sencilla: les ofreció un libro, y entre las hojas, se escondían algunas fotografías de chicas del Playboy. Ahí estaba, al instante ese impacto visual inesperado producía una fascinante dilatación pupilar.
Eckhard demostró que el sistema nervioso autónomo, encargado de regular las acciones involuntarias, está muy relacionado con el poder emocional. Cuando a través de nuestros ojos percibimos información valorada como interesante -como fue su caso- o mantenemos una conversación enriquecedora, nuestras pupilas se dilatan. Ocurre lo mismo cuando nuestra mirada “tropieza”de pronto con algo excitante, que nos gusta o nos atrae: los ojos quedan cuajados por ese mar negro de nuestras pupilas.

mirada verde

El misterio de las pupilas ha sido siempre un tema fascinante que nos ha enseñado básicamente dos cosas: la primera es que la dilatación no se produce únicamente por la falta de luz. La segunda es que las pupilas están relacionadas de forma íntima con nuestras emociones y que su dilatación es un acto involuntario, es el reflejo más puro e íntegro de nuestras pulsiones y sentimientos.

La mirada de una persona puede ser en ocasiones como un mapa de afectos, de calma interior y de esa paz que conecta de inmediato con nuestro interior. Otras veces, en cambio, el océano de sus iris son los recorridos del desconsuelo y las decepciones. Los ojos no solo dicen mucho de nuestras historias personales, sino también del modo en el que nos relacionamos con los demás.

El que mira hacia fuera sueña, el que mira hacia dentro despierta





La forma en la que miramos es un modo de retroalimentación y a su vez una señal de sincronización -o de falta de la misma- entre dos interlocutores. Los diálogos más armónicos son aquellos donde las personas se miran a los ojos, se atienden y empatizan. Por otro lado, también podemos encontrarnos a esos otros amigos que por lo general, tienden a evitar el contacto visual, que “se escapan” hacia los flancos, que bajan la mirada y nos rehuyen.

La ansiedad social, la timidez o la introversión actúan en ocasiones como veletas de esas miradas que vienen y van, que no se quedan demasiado tiempo en un mismo rostro por incomodidad, temor o desinterés. En estos casos, es muy difícil crear puentes y establecer una adecuada unión emocional.

hombre de ojos marrones

Un aspecto que también resulta interesante es el que se demostró en la Universidad de Cambridge de la mano del doctor Simon Baron-Cohen. Gracias a diversas pruebas realizadas a lo largo de varios años, se descubrió que las mujeres son mucho más hábiles a la hora de descifrar las emociones y las intenciones de otra persona interpretando solo su mirada.

Tanto hombres como mujeres obtuvieron puntuaciones similares a la hora de interpretar el lenguaje no verbal del cuerpo. Sin embargo, los ojos son siempre ese universo velado, pero cargado de significados, que una mirada femenina hábil intuye y descifra.

Parece que en ocasiones, sí que se llega a cumplirse aquello de que la mirada dice a gritos todo aquello que el corazón calla…

pareja con los ojos cerrados

 

 

Ámate lo suficiente para saber cuándo marcharte

13.06.2016 16:36

Ámate lo suficiente para saber
cuándo marcharte

Ámate lo suficiente para saber cuándo marcharte

Si hay algo verdaderamente difícil, es saber cuándo marcharte de la vida de una persona para poder convertirte así, en un amado recuerdo y no en una odiada costumbre. Saber decir adiós es el arte delsufrimiento, pero también del aprendizaje.

Según un trabajo publicado en el espacio “Study.com” la principal razón por la que decidimos alejarnos y dar por finalizada una relación es por la sensación de desigualdad en la pareja, ahí donde las aportaciones de cada uno son diferentes y donde el coste en “moneda de dolor” es demasiado alto ante los escasos beneficios.

Siempre hay un instante en que es necesario marcharte, aunque no sepas dónde ir, aunque tus pies estén desnudos y tus manos vacías. Solo así le permitirás a tu corazón ser feliz de nuevo.






Amor y sufrimiento nunca deberían ir juntas en una relación afectiva. Esto es algo que no todo el mundo tiene claro, puesto que la concepción del “amor romántico” nos hace creer aún en estas falsas ideas. Si te amas lo suficiente, no debes permitirte llegar a estos extremos… Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Cuando marcharte es la única opción

mujer de espaldas andando por la calle

Una relación de pareja, como en todo organismo vivo, sufre continuos cambios. Ahora bien, cada cambio tiene como finalidad fortalecer el vínculo y permitir conocernos mucho mejor sin que ninguno de los dos pierda demasiado. La relación debe fluir.

El amor es ante todo una elección que hacemos en libertad. Sin embargo, muchas veces el amor es una de las principales causas de sufrimiento de la humanidad. Antes de caer en estos estados de dolor emocional es necesario saber dar un adiós a tiempo, evitando así así alargar situaciones verdaderamente destructivas.

Estos son los principales aspectos que deberíamos valorar para entender que “marcharte es ya tu única opción”.

  •   Valorad si el problema que os ha llevado a la situación actual tiene solución.
  •   Ante un momento de crisis es necesario que las dos partes se esfuercen por igual o al menos que cada uno tenga esta percepción del otro. Cualquier desequilibrio ocasiona que solo una parte ofrezca su energía, su ilusión y sus sacrificios personales mientras el otro se limita a recibir sin ofrecer nada a cambio.
  •   Intenta proyectar tu situación actual en un futuro lejano. ¿Piensas que dentro de 10 años serías feliz si las cosas fueran igual que ahora?

Si ante estas cuestiones valoras que nada es posible ni hay solución, deberás sacar fuerzas de ti mismo para decir adiós, para marcharte y cerrar ese círculo personal y afectivo cargado de sufrimiento.

ilustración de un hombre pensando en cuando marcharte

 

Ideas que nos impiden poder finalizar una relación afectiva

En una relación de pareja nos aferramos a ciertas creencias erróneas y emociones que, en caso de infelicidad, nos impiden en muchas veces ser objetivos y ver la realidad. Recuerda siempre que el ciego no es el amor, sino las falsas ilusiones que nosotros mismos construimos.

El arte suele representar al amor con una venda en los ojos y unas alas en la espalda: la venda nos sirve para no ver los obstáculos, pero afortunadamente nos dan dos alas para poder sortearlos.







Las ideas que nos impiden poner punto final a una relación, son en realidad muchas comas y algún punto y aparte que lejos de salvar la relación, alargan un sufrimiento innecesario que vulnera nuestra autoestima. Por ello, es importante que tengamos en cuenta estos conceptos:

 
  •   Evita el autoengaño, las cosas no siempre van a ser como nosotros deseamos. Piensa en ello: es posible que hayas perdonado más de lo necesario hasta olvidar dónde estaban tus límites o que el “lo intentamos de nuevo”, suene ya demasiadas veces sin que veas nada diferente…
  •   La otra persona no va a cambiar por ti. En realidad, las personas no cambian, es muy posible que no fueran como tu pensabas en un principio, y eso, es algo que debes tener muy encuenta. Nadie cambia su forma de ser de la noche a la mañana por mucho que lo esperemos.
  •   Sufrir por amor no es un acto heroico o romántico, es una forma de autodestruirnos. Si te hicieron creer que tener pareja es tener que sufrir y establecer una lucha continua, te engañaron. Ser pareja es saber construir y amar sin que el sufrimiento sea algo más que circunstancial.
  •   No tengas miedo a la soledad. Según un estudio llevado a cabo la Universidad Brigham Youngde Utah (Estados Unidos), uno de los principales temores de la población es “estar solos”. Para muchos el estar mal acompañados es preferible a la soledad. No caigas nunca en esta idea.

mujer con los brazos cruzados y cabello al aire

Ámate lo suficiente para saber cuándo marcharte, siempre será preferible la propia soledad a una presencia que veta nuestra felicidad, nuestro equilibrio interior. Amar no es darlo todo a cambio de nada, es saberse merecedor de un reconocimiento y un respeto. Dejarse amar y amar es un arte, es la destreza de cultivar un cariño real.

 

Hay que dejar ir lo que te duele aunque te duela dejarlo ir

13.06.2016 16:27

Hay que dejar ir lo que te duele
aunque te duela dejarlo ir

El tiempo me ha hecho entender que dejar ir no es darse por vencido, que no es un acto de debilidad sino de fortaleza y crecimiento: porque aunque me duela dejarte ir comprendo que hay cosas que no pueden ser.

A lo largo de nuestro sendero vital hemos dejado muchas cosas atrás, nos hemos desprendido de escenarios, situaciones, de costumbres e incluso de personas. A día de hoy eres todo lo que dejaste en el ayer para conformar un presente más auténtico, aunque ello haya implicado bastante sufrimiento.

Dejar ir, en realidad, forma parte de la rueda de la vida, ahí donde cada paso que damos hacia delante nos sirve para descalzarnos de lo que no puede ser, de lo que hace daño, de lo que encaja en los engranajes de nuestra felicidad.







Asumir que vivir es muchas veces cortar vínculos y dejar vacías nuestras manos de lo que antes nos colmó de alegrías y esperanzas es sin duda algo doloroso. No obstante, cuanto antes lo asumamos más preparados estaremos para superar estos instantes, estos cruces de caminos donde mirar atrás es “apegarnos” a lo que no puede ser.

Vivir de nostalgias puntuales enriquece e inspira, pero sobrevivir de forma perpetua del recuerdo y lo que dejaste ir, lejos de permitirte crecer, te encalla y erosiona como esas rocas embestidas una y otra vez por el dolor del oleaje.

Libérate, avanza y asume lo vivido como quien conserva un tesoro preciado: te enriquece por dentro y te ayuda a tomar el camino más indicado, ése donde se abre el equilibrio, lo que de verdad debe ser para ti.

Dejar ir ciertas cosas para que otras mejores nos alcancen

chica con abrigo rojo simbolizando el dejar ir una paloma

En ocasiones, lo que dejamos ir fue algo en lo que confiamos en su momento y que en muchos casos, nos hizo feliz. Las alegrías, el amor y la esperanza de antaño explican el dolor de ahora, y la dificultad por tener que desprendernos de esa persona o esa situación.

Hasta lo que antes fue bueno puede de pronto dejar de hacerte el bien, para traerte sufrimiento, y hasta quien dice quererte, puede dejarte ir día a día un poco más, como quien va arrancando los pétalos de una flor hasta de dejarla desnuda con sus espinas.








En realidad, no es fácil asumir eso que nos dicen tantas veces de que la vida es dejarse llevar, permitirse fluir sin evitar la resistencia. ¿Cómo conseguirlo? Las personas necesitamos seguridad en el día a día, y necesitamos también que quien nos quiera hoy, nos quiera del mismo modo mañana.

  •   El acto de dejar ir implica un gesto de valentía y de autoconocimiento. Es necesario saber percibir dónde están nuestros límites y qué es aquello que de verdad queremos para nosotros mismos.
  •   Somos conscientes de que nadie tiene la felicidad garantizada en la palma de su mano, sin embargo, tenemos derecho a entrelazar, en un momento dado, nuestros dedos en otra mano que nos colma de emociones, y que de algún modo, nos ha de ofrecer bienestar.
  •   Si ese compañero o compañera que llevábamos de la mano nos acaba guiando por el sendero de la infelicidad, es necesario soltarnos para buscar nuestro propio camino. Y lo haremos aunque exista el amorporque a pesar del cariño y la pasión, no todas las relaciones son sabias, ni todos los amores entienden el lenguaje del respeto.

Una buena autoestima, y una actitud fuerte que defienda nuestra propia dignidad, será siempre quien nos guiará lejos de estas situaciones para no quedar movilizados, sometidos al sufrimiento. Porque madurar es también dejar ir a quien no se quiere quedar.

dejar ir dientes de león

Aprender a dejar ir te traerá la felicidad

Quien se aferra al pasado esclaviza sus pensamientos, su mente, su corazón y su alma. El ayer no se puede borrar, ni editar, ni aún menos olvidar. Tampoco podemos cambiar a las personas, ni obligarlos a querernos como nosotros desearíamos… Hay aspectos de nuestra vida que para superarlos, primero hay que aceptarlos.

Amar es también aprender a dejar ir, porque es casi siempre el amor quien mayor sufrimiento nos ocasiona. Sólo cuando aceptamos lo que no puede ser nos permitimos ser libres para encontrar nuevas felicidades.







Dejar ir es dejar llegar, porque nadie viene a este mundo sabiéndolo todo ni trayendo consigo el manual de las decisiones perfectas, ésas que están exentas de error. Vivir es probar, tocar, iniciar, arriesgarse y también equivocarse, de ahí, que debamos tener en cuenta los siguientes aspectos:

  •   No te enfades, no llenes tu corazón con la ira ni tu mente con el rencor. Dejar ir es un arte que debe hacerse de forma pacífica y sin rabia, sólo entonces nos permitiremos ser libres, descubriendo que día a día el dolor es mucho menor.
  •   Para dejar ir lo primero que debemos hacer es aprender a aceptar: acepta que toda experiencia mereció la pena porque es vida vivida, porque quien niega y olvida no asume, no sana y no aprende. Es necesario aceptar lo ocurrido y entender que dejar ir también es crecer.
Algún día todo tendrá sentido, el dolor de ahora, el caos y la incertidumbre por dejar ir lo que antes te definía, será mañana esa puerta que te traerá cosas mucho mejores, porque recuerda… todo ocurre por alguna razón.

 

 

 

 

 

 

mujer andando feliz por dejar ir lo que le hizo daño

 

 

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